Segundo Quimestre / Segundo Parcial / Proyecto 7 / Lengua y Literatura
Actividades para la semana 1 (del 07 al 11 de febrero del 2022)
Actividades
1) Lea con reflexión y critica el siguiente fragmento de texto de Pauli Gunter, Seamos tan inteligentes como la Naturaleza.
Hay básicamente dos tipos de tendencias: las que impulsan nuevas tecnologías y las que cambian la dinámica en los negocios y la sociedad. La primera tendencia es tecnológica. Evidencia cómo un simple cambio de geometría, la madre de todas las matemáticas, cambia radicalmente todos los resultados.
Una de cada nueve personas en el mundo, lo que equivale a 800 millones, se irá a dormir con hambre esta noche. Por otra parte, el número de obesos, o que están en riesgo de serlo, duplica esa cantidad.
Estas personas no tienen acceso a los nutrientes, los oligoelementos y las Vitaminas que son esenciales para su adecuado desarrollo y su salud. Como resultado, uno de cada siete niños de menos de cinco años está por debajo del peso que le correspondería. Y la desnutrición es la causa principal de muerte entre estos niños. De hecho, cada minuto mueren seis niños por causas relacionadas con el hambre y la malnutrición. Al mismo tiempo, aproximadamente un tercio de la producción anual de alimento para consumo humano en el mundo se pierde o desecha. Buena parte de ese alimento se tira en los países ricos. Pero en un país como la India, donde vive mucha gente que no tiene garantizada la comida, se estima que un 40 por ciento de la cosecha nunca llega al mercado. Por eso muchos argumentan que el problema del hambre es sobre todo un problema de distribución. Puede que sea así, pero también es cierto que la humanidad avanza lentamente en la solución de este problema. Que hayamos creado un sistema de producción y procesamiento de alimento altamente centralizado, basado en transportarlo todo por barco alrededor del mundo, tampoco ayuda. Primero transportamos los productos químicos, las semillas y los ingredientes, incluso pollos de un día, y luego volvemos a transportar los alimentos procesados y las comidas preparadas.
Hay un simple, pero revolucionario cambio que permite que miles de millones de personas produzcan mucho más alimento mucho más cerca, que consiste esencialmente en sortear la distribución. Estamos viviendo en un mundo tridimensional y, de algún modo, nos hemos concentrado en sacar a la fuerza más productos de un modelo bidimensional para la mayor parte de nuestro alimento y nuestra energía. Estamos comenzando a descubrir que una máquina puede imprimir objetos tridimensionales a la carta, de modo parecido a la impresora que imprime hojas a doble cara en nuestro escritorio. Este cambio tecnológico alterará radicalmente la manufactura de muchos productos. Hoy ya se están haciendo millones de coronas dentales y de audífonos con impresoras 3D. Pero eso no es más que el principio. Hace poco The Economist comparó la impresión 3D con la invención de la lanzadera volante por un tejedor británico en 1733, que hizo posible tejer piezas de tela más amplias. La lanzadera podía mecanizarse, lo que permitió la automatización de los telares y se convirtió en una de las innovaciones que prepararon el terreno para la Revolución Industrial. Pero el extenso informe de The Economist no dice nada del avance que está cambiando radicalmente la manera de producir alimento y energía. Estamos en el camino de transformar la explotación de tierras y mares de 2D a 3D, lo que llevará a multiplicar la productividad por hasta un factor de 100. No hay organismos genéticamente modificados ni soluciones industriales que se acerquen siquiera a la promesa de semejante eficiencia.
La biomasa generada en explotaciones agrícolas llanas que usan únicamente una delgada capa de la tierra varía desde seis toneladas (soja) hasta diez toneladas (maíz) por hectárea y año. Este es un rendimiento muy pobre comparado con el de una selva, que puede producir 500 toneladas de biomasa por hectárea y año. En un bosque hay una rica biodiversidad que recicla los nutrientes de muchas maneras, no solo a través del suelo, sino gracias a una cascada permanente de nutrientes y energía, de animales a plantas y hongos y bacterias y algas. Siglos de agricultura bidimensional han llevado a monocultivos que han agotado el suelo. Con esta concepción bidimensional nos hemos sentido obligados incluso a manipular el arroz, que antes crecía hasta más de un metro de altura, para que las matas sean más cortas, lo que facilita la cosecha y aumenta la eficiencia de los fertilizantes. Pensábamos que la paja no servía para nada. Luego nos hemos dado cuenta de que necesitamos cultivar biocombustible.
2) Con la lectura del texto realizar las siguientes actividades
Argumente su respuesta
¿Cómo esperamos que los agricultores puedan competir y sobrevivir, cuando las tiendas locales están invadidas de comida basura poco nutritiva en envases relucientes?
Realice el siguiente experimento social durante un día.
En una hoja de papel cuente y enumere lo siguiente: Basura plástica de su hogar que se ha generado durante un día.
Actividades para la semana 2 (del 14 al 18 de febrero del 2022)
Tema: ¿Cuánto contamina internet?
Actividades
Sabías que: Subir tu foto del día a Instagram, almacenar archivos en la nube o tener tu bandeja de entrada del email llena genera una huella ecológica que demanda el 7% de la energía mundial.
1) Lea con reflexión y crítica el siguiente fragmento del texto de Cristina Crespo Garay.
Cada minuto se envían en el mundo 38 millones de mensajes de WhatsApp, se visualizan 266.000 horas de Netflix, 4,3 millones de vídeos en YouTube y se realizan 3,7 millones de búsquedas en Google, según los datos de la compañía analítica Cumulus Media publicados en Visual Capitalist. Si Internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo. Así lo afirman los datos de la organización Greenpeace en su informe Clicking Clean.
Cifras que, por su enormidad, solo pueden ser representadas en la escala de los segundos, consolidando internet cada día que pasa como el sistema nervioso de nuestra economía global y de nuestro modo de vida interconectado.
En 2020, más de 30 mil millones de dispositivos estarán conectados a Internet, tal y como afirmaba el informe Big Data 2015 de la OBS Business School, y cerca de 4.100 millones de usuarios, más de la mitad de la población mundial, según Greenpeace.
A pesar de que el llamado Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), es decir, los dispositivos interconectados, evitan la utilización de multitud de recursos y materias primas, es sorprendente que el imaginario social borra a menudo el impacto de la gran cantidad de tecnología que nos rodea y de esos datos que vamos almacenando en la nube, que requieren cuantías inmensas de energía.
Tanto los gigantescos centros de datos, que alcanzan extensiones de hasta 130.000 m2 en Tokio, según publica Conciencia Eco, como las redes de comunicación, los dispositivos de los usuarios y la energía necesaria para fabricar los equipos son las cuatro áreas de amplia demanda de energía que conlleva el funcionamiento de Internet. Además del propio uso de las instalaciones, la necesidad de refrigeración constante es uno de los puntos sobre los que más investigan los gigantes tecnológicos.
La huella ecológica de este frenético tráfico digital equivale a un consumo aproximado del 7% de la electricidad mundial, según el informe de Greenpeace. La industria de las tecnologías de la información genera actualmente el 2% de las emisiones globales de CO2, el equivalente energético a una flota de Boeings 747, según publicaba la BBC.
Pronto, esta cifra crecerá exponencialmente debido al mayor acceso de la población mundial a las nuevas tecnologías y a que los centros de datos son cada vez más y más grandes. Así lo afirma la consultora McKensey, que calculaba que, en 2020, el mercado de las tecnologías de la información producirá en torno al 3% o 4% de todas las emisiones de CO2 en el mundo.
¿Cuál es mi contaminación digital?
No hace mucho, despejar una duda significaba viajar hasta la biblioteca local, enviar cartas o acudir a visitar a expertos. Hoy, todo ese impacto ha sido reducido gracias a que los buscadores nos permiten acceder a millones de datos e información en un instante. Sin salir de casa, podemos tener una reunión en Washington o leer un artículo científico publicado en la otra punta del mundo sin necesidad de viajar, trasladarnos o utilizar otros soportes más perjudiciales. El beneficio es más que evidente pero, tras esta aparente inocuidad, se esconde una huella ambiental que es difícil de rastrear y calcular.
Cada búsqueda que realizamos en internet libera al medio ambiente 0.2 gramos de CO2, lo que, según el propio Google, significa que el efecto invernadero provocado por mil búsquedas equivaldría a conducir un coche durante un kilómetro. El streaming de vídeos también está en pleno auge como demandante de datos. Ya en 2015, representaba el 63% del tráfico global de internet, y se espera que llegue al 80% en 2020, según Cliking Clean.
Los buenos hábitos y gestos cotidianos en lo que a energía se refiere es lo que puede marcar la gran diferencia en nuestra huella digital, según un informe francés que afirma que el 43% de las personas nunca apaga la caja de su televisión o el router. Son detalles que pueden marcar la diferencia a nivel global, como apagar los interruptores, no dejar la televisión, la impresora o la consola en stand by, no dejar el ordenador suspendido, así como colocar regletas con interruptor de apagado, ya que si el equipo está conectado directamente a la red, advierten que seguirá consumiendo.
En el uso diario de tu ordenador, gestos como cerrar aquellas pestañas y ventanas que no utilices, vaciar la bandeja de entrada de tu email o reciclar todos esos objetos tecnológicos como móviles o portátiles que acumulamos en casa cuando ya están obsoletos son pequeños gestos que pueden generar un gran cambio en el impacto individual de cada usuario de internet y de las tecnologías.
2) Con la lectura del texto realizar las siguientes actividades.
¿Qué dispositivos electrónicos que se encuentran en tu casa ya no utilizas?
Investigue y responda
¿Cuáles son los buenos hábitos que debes adoptar para limitar tu huella ecológica digital y promover el desarrollo sostenible del ecosistema digital?
Actividades para la semana 3 (del 21 al 25 de febrero del 2022)
La proyección al futuro de las implicaciones de esta manera
de relacionarse con la naturaleza, ha conducido a la construcción de un
pensamiento mitigador de sus efectos devastadores. El discurso de la
sustentabilidad fue generado por intelectuales de la burguesía, que piensan a
la naturaleza como recurso y a su conservación y reproducción como condición de
permanencia del proceso de generación de acumulación de capital. Desde que la
especie humana abandonó la forma animal originaria, ha mostrado poco respeto a
las formas naturales prístinas: domesticó animales, sembró semillas, modificó
el suelo, eliminó malezas, acondicionó atarjeas, bloqueó cavernas. Entre más
crecía en número, más profundizaba en lo ya modificado; incorporó nuevos
objetos al mundo modificado, ensanchó y profundizó el “medio ambiente” y redujo
más y más el mundo natural originario. Pero las modificaciones a esa forma de
naturaleza nunca alcanzaron las proporciones que han adquirido en el régimen
capitalista, pues desde la entidad comunitaria hasta el régimen feudal, nunca
fue depredadora la actividad humana. Por ello, Delgado-Ramos (2004: 145) afirma
que las comunidades sabían que si se acababan el bosque ellas se acabarían
también. No se trataba sólo del plano económico, que también lo incluye: se
trata de toda la representación simbólica que construían las comunidades
asentadas en esos suelos que les daba sentido de pertenencia. Fue necesario el
predominio de la lógica mercantil en la sociedad, para que los componentes de
la naturaleza adquirieran el carácter de “recurso” y fueran convertidos
crecientemente en mercancías y, por tanto, en poseedoras de valor de cambio. El
medio ambiente fue separado de los sujetos y percibido como un hábitat exterior
no humano, subyugado entonces a la lógica del mercado. De esta manera quedó
abierto a la apropiación, la dominación, el ataque, la conquista y la
domesticación (Hornborg, 2001: 66).
En cada etapa histórica la sociedad establece
inconscientemente los términos de su relación con la naturaleza. En la sociedad
capitalista el criterio que determina la relación del hombre con la naturaleza es
el culto al yo y la fijación existencial del sujeto en la acumulación de
capital. De este modo, los objetos naturales ya no son apropiados para el ser
humano por su potencial valor de uso, sino por sus posibilidades de valoración
de cambio. La naturaleza no produce mercancías, sino que es la sociedad la que
ha creado el mercado y la que valoriza con su trabajo los objetos de la
naturaleza transformados.
El egoísmo ilimitado convertido en motor del desarrollo,
conduce inevitablemente a la acumulación de capital y, por tanto, a la
depredación y contaminación de la naturaleza. No existen límites en la
acumulación de capital: cualquier masa de capital acumulada individualmente es
insuficiente en tanto existan valores en manos de otros sujetos, de ahí que la
producción de satisfactores no tenga límites dado que el consumo es el medio de
apropiación del plusvalor generado por el trabajo.
2) Con el texto que leyó realizar las siguientes actividades.
ARGUMENTE SUS RESPUESTAS
a) Buscar el tema del texto, ¿Cuál es la información más importante del texto?
b) Anotar en este espacio, la información específica en el texto sobre acumulación de capital y contaminación
c) De acuerdo a la temática planteada, ¿Cuál es el significado de esta idea?
"La naturaleza no produce mercancías, sino que es la sociedad la que ha creado el mercado"
Actividades para la semana 4 (del 28 al 04 de marzo)
1) Lea con reflexión y crítica el siguiente fragmento del texto, La Naturaleza amenazada de Delibes Miguel.
La naturaleza desvalijada. La pueril idea de un mundo inmenso, inabarcable e inagotable, que acompaña al ser humano desde su origen, se esfuma a mediados de este siglo con la aparición de aviones supersónicos que ciñen su cintura —la del mundo— en unas horas y con el primer ser humano que pone su pie en la Luna. Las fotografías tomadas desde los cohetes lunares muestran al planeta Tierra como un pequeño punto azul en el firmamento, lo que equivale a reconocer que cien mil millones de otras galaxias pueden albergar, cada una, cientos de miles de sistemas solares semejantes al nuestro. La técnica, que puede mucho, evidencia que somos poco. Esto supone para el orgullo del hombre, en cierto modo, una humillación, pero también una toma de conciencia: la de estar embarcado en una nave cuya despensa, por abastecida que quiera estar, siempre será limitada. Esta convicción destruye la idea peregrina de la infinitud de recursos y presenta, a cambio, de cara al futuro, el posible fantasma de la escasez. Merced al perfeccionamiento de las técnicas de prospección, el ser humano empieza a tocar ya las tristes consecuencias del despilfarro iniciado con la era industrial. La advertencia de la Oficina de Minas de Estados Unidos al respecto es sumamente precisa: las reservas mundiales de plomo, mercurio y platino durarán diez años; quince, las de estaño y cinc, veinticinco, más o menos, las de cobre, y las de hierro y petróleo apenas setenta. ¿Qué suponen estos plazos en la vida de la humanidad? En rigor, algo tan insignificante que sobrecoge pensarlo. Pues bien, estos recursos, vitales para nuestra economía, se acaban y no son recuperables. ¿Qué hará nuestro flamante hombre industrial el día que los yacimientos de mercurio, plomo, cobre, cinc, estaño, hierro y petróleo se hayan agotado? Es difícil imaginarlo, pero por lo que atañe a este último —el oro negro— ya hemos podido vislumbrarlo en Europa durante la pequeña crisis de abastecimiento que estamos pasando. Una pregunta clave se impone, sin embargo: este consumo exagerado de recursos esenciales ¿es excesivo por exigencias normales de la industria o por una tendencia a la dilapidación que despierta el elevado nivel de vida de las sociedades evolucionadas? Por de pronto, hoy sabemos que Norteamérica, con sólo un seis por ciento de la población mundial, consume un cuarenta por ciento del total del papel, un treinta y seis por ciento de combustibles fósiles y un veinticinco por ciento del acero, mientras produce el setenta por ciento de los desperdicios sólidos del mundo.
¿Cómo esperamos que los agricultores puedan competir y sobrevivir, cuando las tiendas locales están invadidas de comida basura poco nutritiva en envases relucientes?
ResponderEliminaratraer al publico con propagandas y nuevas e ingeniosas campañas publicitarias , con ideas de un precio moderado para el bolsillo de la mayoría y de algunos mercaderes que también comenzar a comercializar en donde mas beneficioso sea tomando en cuenta la temporada y que tan recurrido son tus productos como agricultor para dar una estimación de tu propia producción que además veras menos perdidas y una ganancia progresiva , con todo lo mencionado anteriormente solo queda triunfar ante los productos chatarra llamativos
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